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El conversatorio tuvo como fin, presentar los resultados de las investigaciones sobre segregación socioespacial realizadas por el Instituto de la Ciudad (ICQ) y por el Departamento de Antropología, Historia y Humanidades de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), para abrir un espacio de análisis entre académicos y profesionales invitados, con trayectoria en el tema.
En el ICQ, los investigadores Fabián Regalado y María Rosa Muñoz presentaron un estudio sobre segregación socioespacial en Quito, en relación con el acceso a vivienda y servicios, en base a información histórica, principalmente cuantitativa. El análisis de la información presentada permitió ver que desde la segunda mitad del siglo XX, tanto la planificación urbana, como las instituciones de financiamiento de vivienda, principalmente social, han estado sometidas a las tendencias excluyentes del mercado del suelo, convirtiéndose en cómplices del proceso de segregación socioespacial que ha hecho de Quito, una ciudad disfuncional con importantes problemas de movilidad y accesibilidad para sus habitantes.
A su vez, Alfredo Santillán, docente e investigador de FLACSO, presentó una investigación sobre los imaginarios en torno a la segregación espacial en Quito. Mediante la aplicación de una encuesta realizada durante el año 2013, se muestra la persistencia histórica de una representación dual de la ciudad de Quito, segmentada en un “norte” asociado con la modernidad, la belleza e incluso los privilegios sociales y un “sur” asociado con lo popular, la pobreza y, en general, la subalternidad.
Una vez presentados los resultados de ambas investigaciones, los asistentes invitados -Óscar Ospina, Paco Salazar, Handel Guayasamín y Henry Godard-, expusieron sus comentarios respecto a los trabajos y sus percepciones sobre el desarrollo urbano de la ciudad como tal.
Uno de los elementos mencionados más destacados, fue el hecho de que antes de la planificación, existía una ciudad con una estructura socioespacial dada y, posteriormente, las dinámicas migratorias campo-ciudad que tomaron fuerza con la Reforma Agraria en los años setenta y consolidaron el crecimiento longitudinal, fomentaron la expansión dispersa y llenaron las periferias de asentamientos informales. En este contexto, la planificación posterior buscó ordenar y dar una lógica a la ciudad, a través de la normatividad del suelo urbano. Sin embargo, ésta se veía rebasada permanentemente por las condiciones sociales de la población, en especial de las clases populares que buscaban acceder a un pedazo de tierra en la ciudad a como dé lugar y por las dinámicas económicas en torno al precio del suelo, junto con la posibilidad de los terratenientes de hacer negocio con la fragmentación de antiguas haciendas.
Se señaló también que los resultados de las investigaciones sobre temas urbanos y espaciales, deben ser considerados e incorporados en la planificación, para que no se cometa los mismos errores que den paso a la estructura espacial segregada y disfuncional de la ciudad. El gobierno local forma parte de los actores inmobiliarios y, quizás, es uno de los más determinantes al ser el agente principal de la especulación por la construcción de obras de infraestructura. Además, con estas obras, genera un crecimiento disperso pues ellas no han estado acompañadas de procesos de captación de plusvalía para regular el crecimiento en las zonas donde se desarrollan.
En la actualidad el tema urbano se encuentra en una nueva etapa. Por un lado, la segregación residencial ha dejado de ser el centro de atención de las investigaciones sobre la ciudad, pues el debate académico se ha centrado más en los temas de gobernanza y desarrollo sustentable. Y, por otro, las clases populares han pasado de la lucha por el suelo, a la lucha por un espacio en la economía. Finalmente, se señaló que es evidente el cambio de la ciudad no gobernada de los noventa, a la ciudad-condominio que se consolida en la década de los 2000 con la dolarización que afirma el patrón de crecimiento disperso de la ciudad.
Las conclusiones del conversatorio, a cargo de Julio Echeverría, director del ICQ, señalaron que cuando se observa el desarrollo de la ciudad a lo largo del tiempo se pueden identificar algunos momentos significativos que se han condensado en construcciones de imaginarios, en construcciones semánticas, de sentido sobre la ciudad. Es así que la ciudad empieza siendo concéntrica, ubicando la segregación en términos de centro-periferia para pasar a la segregación norte-sur, que se puede haber dado en parte por la geografía de la ciudad. Sin embargo, ésta última se ha venido desconfigurando, pasando de una ciudad longitudinal a una ciudad dispersa. Esta desconfiguración tiene que ver con una crisis que apunta a una complejización de la ciudad a partir de los años setenta y a la recurrencia de crisis cíclicas del capitalismo por la fuerte financiarización de la economía, es decir, la predominancia de lo financiero sobre lo productivo, que refuerza la lógica rentista del capitalismo.
En cuanto a la planificación, si bien ésta es necesaria, es evidente que se queda corta frente a la complejidad de la realidad. Es por esto que se debe plantear hasta dónde puede intervenir la planificación, cuáles son sus alcances. En el caso particular de análisis, por ejemplo, se puede entender y manejar la dispersión de la ciudad a través de centralidades que sirvan de nodos de servicios y equipamientos.
 

 

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