
A finales del año 2001 y comienzos del 2002, las casas de tolerancia que funcionaban en la Av. 24 de Mayo, fueron cerradas. Este hecho, des configuró la dinámica del trabajo sexual en el Centro Histórico y, al mismo tiempo, la reconfiguró radicalmente pues las calles se convirtieron en el nuevo espacio de las trabajadoras sexuales. Cinco años después, se estructuró la zona de tolerancia de La Cantera en el barrio de San Roque, en un esfuerzo público por resolver la problemática, sin embargo fueron solo algunas de estas trabajadoras las que se acogieron a esta relocalización.
Estos acontecimientos configuran el contexto general del presente estudio, que busca aportar con ciertos lineamientos para la regulación y el desincentivo del trabajo sexual en el Centro Histórico de Quito. Existen varias posturas que aportan al debate del trabajo sexual, en los extremos están la abolicionista y la no abolicionista (prosexo o regulacionista), enfrentadas en el argumento de reconocer o no al trabajo sexual como una opción y defender su dignificación. Este estudio se enmarca en la primera postura, pues parte del reconocimiento del trabajo sexual como una actividad laboral y genera conclusiones y recomendaciones en esa línea.
La existencia de trabajadoras sexuales es un hecho; ya sea en casas de tolerancia o en las calles, ellas están ahí, existen y es necesario analizar la situación, de por sí compleja, considerando algunas de las aristas que la caracterizan. La mayoría de mujeres que ejercen el trabajo sexual proviene de estratos económicos bajos y cuenta con bajos niveles de instrucción. La elección de “entrar” a esta actividad no es tomada a partir de un abanico de opciones, es más bien una estrategia de sobrevivencia que genera ingresos para ellas y sus familias. El trabajo sexual se inscribe también en una realidad concreta, determinada por factores económicos, sociales, culturales y políticos y la decisión de ejercer esta actividad está condicionada por esto.
El trabajo sexual va más allá del libre ejercicio de las libertades sexuales y se convierte en muchos casos en la única salida posible. Por ello, es necesario controlar que no encubra actividades delictivas como la trata de personas y la explotación sexual comercial de niños y adolescentes; la explotación laboral de las personas que ejercen el trabajo sexual, la persecución, discriminación y extorsión de la que son objeto. De hecho, las trabajadoras sexuales deberían acceder a todos los beneficios y prestaciones de las que goza cualquier trabajador.
Esta publicación ofrece información detallada y de primera mano, de las trabajadoras sexuales del Centro Histórico de Quito y de la zona de Tolerancia de La Cantera, a partir de lo cual elabora recomendaciones para mejorar las condiciones de trabajo de este grupo. Su contenido se convierte en un insumo para la elaboración de políticas públicas que contribuyan a mejorar la situación de este grupo de personas.
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