En el marco de la visita a Quito de los profesores y estudiantes de la Maestría en Conservación del Patrimonio Cultural Inmueble de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, el Instituto de la Ciudad realizó el 12 de mayo de 2016 en sus instalaciones el Conversatorio: La vivienda como elemento vitalizador de los Centros Históricos.



Presentación por Alfonso Ortiz, Cronista de la ciudad de Quito:
Este evento se realiza en un contexto problemático. La discusión sobre la vivienda como elemento vitalizador de los centros históricos, es sustancial frente a la dramática pérdida de población en el Centro Histórico (una reducción de 40 000 personas en tres décadas), esto obedece a una serie de factores entre los que se puede contar a la falta de políticas públicas al respecto; la gestión de la vivienda a cargo del Gobierno Central a través del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, el cual se ha centrado en tres proyectos cuestionables: el derrocamiento de edificios del SXX para hacer plazas, con lo cual se contradice la historia urbana de Quito y se realiza un enorme dispendio económico; la rehabilitación de viviendas para embajadas, y la recuperación de un edificio, que estaba proyectado por el Municipio como centro de reflexión sobre la educación en el país, y que fue cedido al gobierno para que se convierta en sede de las NNUU.
A criterio de Alfonso, ninguno de estos proyectos va a fortalecer el tejido social sino que hará del Centro Histórico un lugar de privilegio, pues la población que atraen no participa de la vida cotidiana en este espacio; además aumentar la carga burocrática al Centro Histórico, implicará la despoblación fuera de horarios de oficina y los fines de semana.
Por su parte, el Municipio con la Junta de Andalucía a pesar de no ser directamente responsable de la vivienda, ha implementado proyectos particulares que se configuran como ejemplos de la posibilidad de intervención.
La intervención en el Centro Histórico no deja de ser problemática puesto que la cuantía de los proyectos hace necesario un subsidio y una subvención para las viviendas renovadas si es que no se pretende que se produzca la pérdida de la población originaria, esto como una muestra de la complejidad del tema.
Introducción por Julio Echeverría, Director del Instituto del Ciudad.
Es necesario introducir una mirada que abarque la problemática general de los Centros Históricos; el concepto mismo de centro histórico, supone proyectarse a un contexto más amplio, entendiendo las lógicas de segregación y exclusión como un fenómeno que se despliega en el tiempo con distintas formas, y que por lo tanto la gentrificación y el despoblamiento resultan de una larga carga histórica. En Quito así como en otras muchas ciudades, podemos identificar tres modelos de ciudad sobreponiéndose:
CIUDAD CONCÉNTRICA. Responde a la configuración de la ciudad como un centro de aglutinación, un gran atractor de población especialmente proveniente del campo. Este modelo nos recuerda que el centro es el punto de origen de las ciudades.
En el caso de Quito, tenemos una compleja configuración que se remonta a la época preincásica, desde la movilidad de poblaciones indígenas que transitaban por este territorio, posteriormente los incas y la configuración española.
Este modelo concéntrico implica la confluencia de funciones administrativa, religiosas, políticas, etc y está caracterizado por la cercanía entre las personas
Este modelo predomina hasta los años 50 y 60 del siglo XX, cuando debido al proceso acelerado de modernización e industrialización capitalista, se superpone el modelo de ciudad lineal
CIUDAD LINEAL. Este está caracterizado por la existencia de lo que llamamos Hipercentro donde se concentran funciones y servicios y que a su vez va a generar externalidades negativas como la contaminación, el tráfico y la pérdida de calidad de vida.
A este modelo se superpone en la actualidad, el modelo de ciudad dispersa.
CIUDAD DISPERSA. Resulta de la fuga de los habitantes frente las externalidades negativas del desarrollo capitalista industrial, la ocupación de los valles de Quito altera la relación capo ciudad, supone la invasión de la mancha urbana en tierras fértiles y pone en riesgo la seguridad alimentaria.
A estos tres modelos les corresponden tipos de segregación, al primero la segregación étnica, al segundo la segregación socioeconómica, y al tercero la segregación socio-ambiental.
En este contexto aparece la importancia de los centros históricos como forma de contrarrestar la dispersión y sus complicaciones. Reaparece la centralidad de los centros históricos como un posible punto de llegada de ciertos sectores en su intento de retomar las virtualidades de cercanía, concentración de funciones, relación cara a cara y movilidad, propias de los mismos.
A este fenómeno se suma el del Turismo, que hace que nuestros Centros históricos sean cada vez más visitados pues la lógica de dispersión pertenece a la vida global en su conjunto presionando fuertemente a los Centros poblados para que no se conviertan en centros museos con un patrimonio alejado de la vida cotidiana.



Conferencia por María del Pilar López, Investigadora Universidad Nacional de Colombia.
Enfrentar el vaciamiento del centro histórico implica enfrentar al mismo tiempo la ausencia de los pobladores y el interés por proteger el patrimonio y conservar el bien inmueble. Relacionando los dos elementos vemos que conservar el bien material no es suficiente sino tienen un habitante que se apropie de él, que lo entienda, asimile, integre en la vida cotidiana y que lo proteja.
Habitar el centro histórico implica entender el inmueble para poder protegerlo y asumir la responsabilidad de su resguardo, de otra forma se crean proyectos y normas que no tienen gran incidencia frente a la continua perdida y vaciamiento del centro histórico.
Es necesario retomar la referencia originaria perdida en el desarrollo de las ciudades remontándose a su fundación, esto implica entender a la arquitectura doméstica como elemento plural que otorga características de conjunto a las edificaciones que después vamos a considerar los grandes monumentos.
Su no existencia y viabilidad restringe la interpretación de los centros históricos a hitos individuales y limitados para la comprensión general de una sociedad. La vivienda entones ha de ser entendida como un soporte del tejido social.
Para el análisis, la expositora retoma algunas referencias originarias:
VECINO quien tiene casa u hogar en un pueblo barrio y contribuye en las cargas de este pueblo o barrio. Esta definición es valiosa pues muestra compromiso de la persona con el barrio, como lugar que habita.
Otra definición es la de domicilio en el pueblo por habitado en el tiempo reconocido por la ley, ésta por su parte evidencia la importancia de un respaldo legítimo del gobierno y el compromiso entre vecino y autoridad.
CASA Edificio hecho para habitar en él y estar defendido de las inclemencias del tiempo.
Retoma aquí un antiguo refrán que explica la condición de habitar un casa “Mientras en mi casa me estoy, rey soy” este dicho enseña que cualquier sujeto en su retiro, respetando las leyes, conserva la autoridad de dueño y la independencia del rey.
Estos conceptos retornan al momento fundacional de la casa en su nivel estético y funcional. La casa es una superposición de capas, de estructuras, utilidades y símbolos que se han dado en el tiempo, este nivel de complejidad debe ser valorizado pues cada arquitectura doméstica es única, singular y compleja.
La casa implica más cosas que lo edificado, refleja las necesidades de sus habitantes condicionados por la sociedad en que se integran por ello, sin negar la importancia de la vivienda en los barrios históricos y su conservación, hay que considerar su adaptación y adecuación las necesidades contemporáneas. Esto supone tensiones pues los habitantes originales no tienen condiciones de vida amables ni la producción estatal para resolver los conflictos entre utilidad y conservación, entonces cuando habitan la casa y la modifican esto supone la pérdida de algunos elementos necesarios para entender cómo vivía una familia en los siglos anteriores.
Estudios sobre la vivienda de los siglos XVI y XVII muestran la capacidad de cohabitar de distintos grupos humanos en la vivienda, cada grupo sabía qué posición ocupaba en la sociedad y no había mayor conflicto, pero a partir de la independencia esas rupturas sociales se dieron, la clase criolla instaura una ruptura clasista que modifica la forma de habitar la casa.
Elementos fundamentales para entender estas formas de habitar son los afectos, los sentimientos, el aprecio por las personas, por la rutina, la labor, el oficio, entre otros, así como el conjunto de relaciones que permiten visualizar lo cotidiano, relaciones entre padres e hijos, entre esposos, relaciones de servidumbre, esclavitud o amistad y los eventos como el nacimiento, casamiento y la muerte en la casa, oraciones en familia, comer, cocinar, tareas domésticas etc.
A nivel arquitectónico se rescatan elementos propios de la casa los cuales cumplían roles específicos: huerta, deposito almacenamiento bienes de la encomienda y las tiendas, espacios activos inherentes a la casa. En Santa Fe y nuevo Reino de Granada, las tiendas eran espacios vinculados a prestar un servicio a la comunidad pero sobre todo como un medio para estabilizar instituciones como la cofradía o la capitanía en la ciudad. Está también el “cuarto del pesebre” que era cuarto de oración, de reflexión incluso de ayuno.
Otro campo a estudiarse es el de los objetos y los actos ligados a ellos. Los objetos conectan estrechamente al hombre con la arquitectura, fomentan un entramado de relaciones, afectos usos y valores, cubren necesidades físicas y espirituales (ofrendas, recuerdos devoción retribución) son indicadores del gusto, de las formas de pensar, destrezas y habilidades, caracterizan y otorgan significado al espacio, con ellos se crea ese escenario artificial entre la necesidad y la apariencia, entre lo práctico y lo espiritual, configurando lugares con sentido para la gente.
Los actos ligados a los objetos son los que reflejan la sensibilidad de la vida cotidiana, conllevan actos conservadores o transgresores, reiterativos u fortuitos.
Todos estos elementos permiten entender quién habita el lugar, lo cual es fundamental para entender el espacio.
Una última consideración que introdujo la expositora se refiere a la transición del centro, que de barrio indiferenciado paso a ser centro histórico, eso cambió radicalmente las relaciones sociales, el valor que se le otorga al lugar generó muchas tensiones y afectó la vida y la convivencia de las personas en el lugar.



Conclusiones
Culminadas las exposiciones, se estableció una ronda de intervenciones sobre cuya base se levantaron las siguientes conclusiones:
- La repoblación de los centros históricos es un tema de enorme complejidad pues en él se combinan dos intencionalidades: 1) la preservación y valorización del Patrimonio y 2) la posibilidad de integración de las poblaciones originarias con niveles de calidad de vida óptimos, para lograr la conjunción de ambos elementos es imprescindible la participación de estas procesos de planificación e intervención en el territorio, lo cual permitirá la apropiación de los habitantes del entorno en que habitan favoreciendo a la preservación.
- La inquietud sobre el vaciamiento de los centros históricos en América Latina ha de ser analizada como parte de un proceso histórico de largo alcance, que recupere las formas de habitar el espacio en las épocas anteriores y las contraste con las actuales, esto evidenciará el acumulado de segregaciones sociales que en él se articulan y que pueden ser revertidas o profundizadas desde la institucionalidad.
- La visión excesivamente conservadora del patrimonio que lo limita a la monumentalidad debe ser superada por un acercamiento socio histórico integral que afronte los conflictos existentes entre la preservación y las condiciones de habitabilidad contemporáneas, esta visión supone apreciar a más del bien inmueble, el entramado de relaciones sociales que en él se tejen.
- Es necesario volver a problematizar el concepto mismo de centro histórico preguntándose sobre ¿Quiénes son sus habitantes actualmente? ¿qué población queremos atraer a los mismos cuando planteamos la repoblación? ¿Qué condiciones económicas y culturales caracterizan a los grupos que se han ido o han permanecido en el centro histórico? ¿Cuál es la factibilidad de conservar a los centros históricos como espacios de convivencia vecinal? Entre otras muchas inquietudes cuya respuesta será la guía de la gobernanza institucional.
El Instituto de la Ciudad agradece la visita de los profesores y estudiantes de la Maestría en Conservación del Patrimonio Cultural Inmueble por el interesante diálogo desarrollado y por las líneas de colaboración e intercambio que se abren entre ambas ciudades y entidades sobre esta importante temática.